Fue en 1553, unos años antes de que se consolidara la Conquista de México, que se fundó la primera universidad que existió en México
La capital de la República Mexicana destaca por ser una de las sedes del desarrollo industrial, cultural y social, pero también por ser uno de los centros de educación más significativos del país. De acuerdo con la revista Arqueología Mexicana del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) fue el 25 de enero del año 1553 cuando la Ciudad de México vio llegar a la Real y Pontificia Universidad de México, el primer colegio universitario del territorio.
Aunque en estricto sentido ya no existe esta institución, la historia mexicana afirma que con el tiempo, esta escuela se convirtió en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Por elo, se podría decir que en la actualidad, la UNAM figura como la universidad más antigua de la CDMX.
Cabe destacar que la Real y Pontificia Universidad de México también figura como una de las primeras instituciones del continente, junto con la Universidad de Santo Domingo y la de Lima en Perú. La planeación de esta obra data de la época colonial, cuando Luis de Velasco, segundo virrey de la Nueva España, inauguró la sede con el permiso del príncipe Felipe II.
Al principio, el tipo de educación que se impartió se basó en los modelos implementados en la Europa medieval. Por tal motivo, las carreras que figuraron fueron: teología, medicina, gramática, filosofía y leyes. Desde España llegaron frailes destacados para comenzar a impartir cátedras eclesiásticas, los principales personajes que figuraron en este período fueron fray Alonso de la Veracruz, Juan Negrete y Francisco Cervantes de Salazar.
Aunque fue un gran logro abrir esta escuela, las únicas personas que tenían acceso a este espacio educativo eran las de clase alta, pues uno de los requisitos para ingresar a una carrera era pertenecer al clero o ser miembro de la corte. La revista del INAH señala que con el tiempo “la universidad se estructuró bajo el modelo de la de Salamanca, la más grande y prestigiosa de su tiempo”.
Debido al interés de formar más profesionistas, en 1778 se decidió abrir la Real Escuela de Cirugía y en 1792 el Real Colegio de Minería. Asimismo, dos años después se construyó la Academia de San Carlos para el estudio de las Bellas Artes. Más tarde, después de que se declaró la independencia oficial del territorio en 1821, la institución tuvo que cerrar sus puertas.
Por otro lado, durante la época del Segundo Imperio mexicano, Maximiliano de Habsburgo ordenó su reapertura, sin embargo, no duró mucho tiempo abierta porque con el triunfo del gobierno de Benito Juárez se acordó cerrar definitivamente la institución ya que fue considerada como un símbolo de “retroceso a la conquista”.
Por esta decisión se hizo necesario construir nuevos centros de aprendizaje y en 1867 el doctor Gabino Barreda fundó la Escuela Nacional Preparatoria. Según un artículo de la UNAM, “el plan de estudios estaba completamente inspirado en el pensamiento del filósofo francés Augusto Comte”. Este hecho marcó el fin de la educación colonial que habían sobrevivido hasta el siglo XIX.
Fue hasta 1910, gracias al político e historiador Justo Sierra, que se le dio continuidad al proyecto universitario de la Real y Pontificia y en su lugar se fundó la Universidad Nacional de México, a la cual se unieron las Escuelas Nacionales. La investigadora Renate Marsiske comenta que con el tiempo, la educación se hizo más asequible para la ciudadanía (específicamente para los hombres).
Posteriormente, desde 1929 comenzaron a hacerse las gestiones para dar autonomía a la Universidad, no obstante, hasta 1933 la escuela logra deslindarse del Estado, situación que provocó conflictos en las relaciones de estos dos. Sin embargo, en 1945 se limaron las asperezas y finalmente fue reconocida de forma oficial como Universidad Nacional Autónoma de México.
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