La ‘Viridantha minuscula’ ha sido hallada en el jardín botánico del Charco del Ingenio, en San Miguel Allende, y es una muestra de la enorme variedad de especies que se describen en México
México acaba de descubrir una nueva planta nunca antes vista en el mundo. Lo curioso del asunto es que el lugar donde la han encontrado llevaba 32 años bajo el escrutinio de ojos expertos hasta que el biólogo José Viccon dio con ella en un paseo rutinario por el Charco del Ingenio, el jardín botánico de San Miguel Allende, en Guanajuato. Se trata de una bromelia, la misma familia de la piña que comemos y de tantas plantas con las que se adornan las casas y los jardines, pero esta es enana, de ahí su nombre científico, Viridantha minuscula, que el común de los mortales llamará desde ahora la Bromelia del Charco. Los biólogos tienen una especie de pacto de caballeros (o de damas) que les impide bautizar una nueva especie con el nombre del descubridor, explica Viccon por teléfono. Tras cotejar la literatura científica con expertos del mundo, la revista Phytotaxa ha aprobado el hallazgo.
“Viccon estaba recorriendo la cañada cuando detectó el ejemplar, tuvo que esperar meses hasta que floreciera para confirmar que aquella planta tenía características que no le eran del todo familiares. Convocó a otros colegas para visitar el lugar; ninguno tenía certeza plena y eso les generó inquietud. Meses después, la revista Phytotaxa nos felicitó”, dice exultante Mario Hernández, el director del jardín botánico enclavado en uno de los pueblos más bonitos y turísticos de México. San Miguel Allende tiene un clima semidesértico y el Charco del Ingenio está dedicado a conservar y mostrar las especies propias de ese hábitat, idóneo para las cactáceas y otras variedades que se conforman con poca agua, ello a pesar de que un hermoso lago baña el jardín y le presta espejo a media tarde.
La florescencia de esta bromelia está encerrada en un cáliz de minúsculas espaditas, como el penacho que remata la piña, pero estas son rosáceas, lo que permite hermanarla a simple vista con otras de su familia que adornan las casas. El ojo experto de Viccon ya ha descrito algunas otras especies para la humanidad, a base de estudiar bromelias, orquídeas, helechos, peperomias y aráceas. Si teclean en su buscador sabrán de inmediato que alguna vez las tuvieron en sus domicilios. “Las bromelias se distribuyen entre los trópicos americanos, pero esta de Guanajuato es de roca, de climas áridos”. En efecto, la pequeña plantita es ruda y sus raíces abrazan las rocas y requieren poca lluvia para sobrevivir. “Tienen el característico color verde grisáceo y con tricomas, esos pelitos con los que absorben la poca humedad que haya en el ambiente”, cuenta Viccon, que ha perseguido este ejemplar desde que llegó al Charco hace cuatro años. “No es fácil descubrir una especie única y menos en un sitio estudiado al detalle durante 32 años, es un gran reto”.
El tallo de la Viridantha minuscula alcanza unos siete y ocho centímetros de diámetro y las flores son grandes en comparación con su tamaño, entre verdes y amarillentas, pero envueltas en esas espaditas rosáceas que un neófito entendería que es la misma flor. No es comestible, aunque da frutos y semillas, como todas las plantas. Esta enana apenas alcanza cinco centímetros de altura, pero será un extraordinario hallazgo para quienes coleccionen bromelias.
El descubrimiento de una nueva planta para el mundo no es algo infrecuente. Miles de biólogos se dedican a peinar territorios diversos en esta búsqueda o simplemente para inventariar distintas zonas del planeta, y la naturaleza es cambiante. La mano humana o el propio clima propician cambios y adaptaciones que generan nuevas especies. Esta Bromelia del Charco es un ejemplo de ello y una de las decenas que se describen en México cada año. “Buena parte de la flora de Guanajuato ha sido menospreciada para transformar el territorio con prácticas neoliberales que implican la destrucción del hábitat, pero el Estado tiene una gran riqueza inexplorada. Este hallazgo es un gran logro en un espacio muy modificado y, como todos, bajo la incidencia del cambio climático. Que haya una nueva especie debe ayudarnos a reflexionar sobre la conservación de nuestros recursos naturales y sobre las políticas públicas que han de aplicarse”, dice el director del botánico. Hernández explica cómo cada cinco años, los biólogos dividen el terreno en cuadrantes o transectos para hacer inventario de toda la flora, “de todo lo que allí crezca o haya dejado de crecer”, metro a metro. Una información que después queda resguardada en el Instituto Nacional de Ecología (Inecol), en Michoacán.
Es la forma de ver cómo se va transformando un espacio natural. “Aunque se descubren por todo el mundo decenas de especies vegetales nuevas, desgraciadamente son muchas más las que se extinguen, porque las adaptaciones tardan millones de años y alteramos el planeta de forma tan acelerada que no les da tiempo”, explica Hernández. México es un campo fértil para el descubrimiento de nuevas especies por su enorme diversidad climática y natural. Junto con otros seis países, resguarda el 70% de la biodiversidad mundial. Como dice el director del Charco del Ingenio, “hay todo un mundo por descubrir”.
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