Otros sacerdotes jesuitas que residen en comunidades de Chihuahua decidieron permanecer en el lugar, pese al riesgo y el asesinato de dos religiosos el lunes pasado
Los jesuitas “no van a callar ante la realidad que lacera a la sociedad”, afirmó el provincial de la Compañía de Jesús en México, Luis Gerardo Moro Madrid, tras el asesinato de dos de sus sacerdotes en la comunidad de Cerocahui, Chihuahua.
En entrevista con EL UNIVERSAL, señaló que ellos han asumido “los riesgos que conlleva el compromiso de trabajar en zonas de peligro por la violencia, el narcotráfico”, y aseguró que lo sucedido a los dos sacerdotes es un reflejo de lo que pasa en el país.
También pidió a las autoridades estatales y federales que garanticen las medidas necesarias para la comunidad, y que recuperen los cuerpos de los sacerdotes asesinados el lunes.
¿Cuál es el sentir de la comunidad jesuita?
—El día de ayer, a las cuatro de la tarde, me habla un sacerdote de Chihuahua para notificarme de esta triste noticia. Realmente fue un impacto, un momento de dolor y tristeza profunda, el saber que dos hermanos nuestros habían sido asesinados.
¿Habían registrado antes una agresión de este tipo?
—Propiamente recibir una amenaza los padres jesuitas [asesinados en Chihuahua], no. Pero el peligro está latente, sobre todo porque es una zona muy caliente en cuanto a grupos delincuenciales o que se dedican a la droga. Sin embargo, los jesuitas habían realizado su labor pastoral, de acompañamiento y organización popular social. Lo sorprendente es que por primera vez tocan a los jesuitas, amenazas siempre habían existido, ese es el riesgo de estar allí. Sin embargo esta vez fueron agredidos.
¿Iban a sacar a los jesuitas restantes de la zona?
—Esa era la idea porque no sabíamos qué pudiese ocurrir. Sin embargo, hoy vemos que los mismos jesuitas han decidido quedarse.
¿Van a implementar medidas de seguridad para sacerdotes en zonas de riesgo?
—Normalmente hemos trabajado con esa libertad, asumiendo los riesgos que conlleva el compromiso de trabajar en zonas de peligro por la violencia, el narcotráfico. Me llama la atención que, contrario a lo que se esperaría de sacar a los jesuitas de la zona, ellos han decidido permanecer allí, no quieren salir. Saben que la amenaza está latente; sin embargo, ellos han optado por permanecer en Cerocahui, sí, con temor, deben cuidarse, pero convencidos de que toca que estén allí con la gente.
¿En qué otras zonas tienen identificados focos rojos por la inseguridad?
—Hoy, en México tenemos muchos focos rojos y ahí estamos. En muchos de esos lugares está la presencia de los padres jesuitas. Nuestro compromiso por la defensa de la fe y la promoción de la justicia conlleva un peligro. El saber que optamos por estar con los más vulnerables, con los más pobres, también significa arriesgar la vida muchas veces.
Somos conscientes de eso y queremos seguir estando en esos lugares. Ya con sólo ver el mapa de la República podemos saber dónde están esos lugares donde actualmente están los jesuitas, es en la Tarahumara, en Chiapas, Michoacán o en la sierra de Veracruz, muchos lugares que pueden resultar violentos.
¿Cuál es el mensaje a la sociedad y las autoridades?
—Los jesuitas de México no vamos a callar ante la realidad que lacera a toda la sociedad. Vamos a seguir trabajando y estando presentes en la misión por la justicia, reconciliación y la paz.
Lo que sucedió a dos sacerdotes, creo que es reflejo pequeño [de lo que pasa en el país].
¿Cuál es su opinión de la estrategia de seguridad del gobierno federal bajo el lema abrazos, no balazos?
—Creo que en estos momentos sería fácil juzgar la frase. Nosotros nos quedamos con cuatro peticiones, que como Compañía de Jesús creo que debemos reforzar. Lo primero es que vamos a condenar no solamente estos hechos violentos, sino que como sociedad mexicana tenemos el deber de condenar todos los hechos violentos que están sucediendo en el país. Son dos sacerdotes que captan la atención nacional e internacional, pero ¿cuántos asesinatos están ocurriendo hoy y no pasa nada?
Exigimos justicia para este caso, pero es la misma que deberíamos estar exigiendo en muchos otros casos y no sólo al gobierno, sino a la sociedad civil.
También pedimos la recuperación de los cuerpos de estos hermanos nuestros que fueron sustraídos del templo por hombres armados ¿Cuántas familias hoy no reclaman el saber dónde están los cuerpos de sus seres queridos?
Por último, pedimos que se adopten medidas para salvaguardar la vida de los jesuitas que allá permanecen, de las religiosas, del equipo de pastoral y la comunidad de Cerocahui.
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