AUTORIDADES Y EXPERTOS EN SALUD PÚBLICA TEMEN QUE LAS MARCHAS QUE REÚNEN A MILES DE MANIFESTANTES INCREMENTEN LAS POSIBILIDADES DE NUEVOS CASOS DE LA COVID-19.
Las protestas masivas contra la brutalidad policial que han sacado a miles de personas de sus hogares a las calles de las ciudades en todo Estados Unidos hacen surgir el espectro de nuevos brotes de coronavirus, lo que lleva a líderes políticos, médicos y expertos en salud pública a advertir que las multitudes podrían causar un aumento en los casos.
“El aire exterior diluye el virus y reduce la dosis infecciosa que podría existir, y si sopla una brisa, eso diluye aún más el virus en el aire”, dijo William Schaffner, experto en enfermedades infecciosas de la Universidad de Vanderbilt. “Literalmente corrían mucho, lo que significa que exhalan más profundamente, pero también que se cruzan entre todos muy rápido”.
Las multitudes tendían a ser más de jóvenes, señaló, y los adultos más jóvenes generalmente tienen mejores resultados si se enferman, aunque existe el riesgo de que puedan transmitir el virus a familiares y miembros del hogar que pueden ser mayores y más susceptibles. Pero otros estaban más preocupados por el riesgo que representaban las marchas. Howard Markel, historiador médico que estudia pandemias, comparó a las multitudes de manifestantes con los desfiles por la Primera Guerra Mundial celebrados en ciudades como Filadelfia y Detroit en medio de la pandemia de gripe de 1918, que a menudo fueron seguidos por picos en los casos de gripe.
“Sí, las protestas son al aire libre, pero todos están muy cerca los unos de los otros, y en esos casos, estar afuera no te protege tanto”, dijo Markel. “Las reuniones públicas son reuniones públicas, no importa que protestes o vitorees. Esa es una razón por la que no estamos teniendo juegos de béisbol masivos y es posible que no haya fútbol americano universitario este otoño”.
Aunque muchos manifestantes llevaban mascarillas, otros no. El SARS-CoV-2, el virus que causa la enfermedad de la COVID-19, se transmite principalmente a través de las gotículas que se propagan cuando las personas hablan, tosen o estornudan; gritar y corear consignas durante una protesta puede acelerar la propagación, dijo Markel.
El gas lacrimógeno y el espray de pimienta, que la policía ha utilizado para dispersar a las multitudes, hacen que las personas lloren y tosan, y aumentan las secreciones respiratorias de los ojos, nariz y boca, lo que aumenta más la posibilidad de transmisión. Los esfuerzos de la policía para mover multitudes a través de áreas urbanas estrechas pueden resultar en acorralar a las personas más cerca unas de las otras, o terminar encerrando a las personas en espacios reducidos.
Y las emociones están caldeadas, dijo Markel. “La gente se pierde en el momento y pierden la conciencia de quién está cerca de ellos, quién no, quién lleva una mascarilla, quién no”, dijo.
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