🔸Lo que inició como un viaje de luna de miel, se convirtió en uno de los mayores éxitos de Jhonny Hoyos, quien ve en su canción un grito de vida que le devolvió esperanza
#NACIONAL || Detrás de Cancún, el hit que hoy suena en cada rincón de la costa colombiana, está Jhonny Hoyos, un cantante que alguna vez pensó que su historia había terminado. Que su voz ya no importaba. Que los mismos dones que lo llevaron a la cima también serían su ruina. Pero no fue así.
Cuando tocó fondo, comprendió algo que le cambiaría la vida: su voz no era para alimentar el ego, sino para sanar.
Entonces, se bajó de los escenarios, dejó atrás los lujos y regresó a casa. No a un penthouse como ya se había acostumbrado, sino al hogar de su infancia, en un barrio popular de Montería, con su madre. Y desde ahí, comenzó a reconstruirse. Desde el alma
Uno de los momentos que lo quebró y en el que pensó “hasta dónde llegué” fue cuando su madre, al verlo se le acercó y le ofreció dinero: “Hijo, coge, para que tengas con qué moverte”. Eso fue lo peor. Se sintió como meterle el dedo en la llaga.
Digamos que yo pensaba que era ese pelado –se usa coloquialmente para referirse a un joven– reconocido, de las tarimas y cuando me quitaron eso me sentí desnudo, cuando me quitaron eso sentí que yo no era nadie”, recuerda Jhonny.
Cancún nació en su luna de miel, pero también desde el silencio más oscuro que vivió en 2019, cuando una depresión profunda lo hundió. La canción no sólo lo rescató: le dio una segunda oportunidad.
Es un himno a los abrazos que regresan. A los sueños que despiertan. A la esperanza que volvió a él y a su familia. Es la voz de un hombre que quiere gritarle al mundo que sí se puede salir del abismo. Que hay vida después del dolor. Que también se canta desde la oscuridad.
Aprendió a moverse en mototaxi sin pena, aunque al principio se cubría el rostro con el antebrazo cada vez que se detenía en un semáforo, temiendo que lo reconocieran, porque ese transporte es el que suelen usar los estratos más bajos. Aprendió a decir sin vergüenza: “Hoy no voy, no tengo plata”, cuando lo invitaban a los restaurantes. A vivir sin necesidad de ser visto. A dejar de escapar de sí mismo.
Su espiritualidad lo rescató. Y su música, ahora busca sanar. Cancún no es sólo una canción: es un grito de vida.
Durante la Feria de la Ganadería —el evento más importante del departamento de Córdoba— fue número uno en todas las emisoras de Montería. Un hecho sin precedentes. Johnny hizo 22 presentaciones en 10 días. La gente coreaba sus letras como si fueran suyas. Porque, de algún modo, lo eran.
En sólo tres meses, alcanzó 300 millones de reproducciones en TikTok.
Jhonny sueña con regalarle a Montería otro expositor internacional, porque se lo merecen, así como lo ha sido Manuel Turizo.
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